miércoles, 17 de octubre de 2012

LAS PASIONES DE UNA BELLA MUJER REBELDE


Aunque el territorio del virreinato del Río de la Plata, devenido en la República Argentina era muchísimo más extenso, hoy, nuestro país, no obstante sus castraciones comprende un espacio geográfico bellísimo e inmenso que recorre desde el Norte al Sur la confluencia de los ríos Grande y Mojinete hasta el cabo San Pío y desde el Este al Oeste de la localidad de Bernardo de Irigoyen al cordón Mariano Moreno. Y dentro de este espacio geográfico inconmensurable viven, conviven o sobreviven en su diversidad ambiental y cultural, sociedades con particularidades muy distintas. Y son diferentes por sus orígenes, por provenir de tal o cual corriente migratoria precolombinas o postcolombinas…y son diferentes en su indiosincrasia, porque algunos recibieron educación en cualquiera de sus niveles y otros ninguna… y son diferentes porque algunos tuvieron y tienen acceso a los avances tecnológicos y científicos, mientras otros transitan por la vida en un ambiente rural, natural o cuasi primitivo. Quién pretenda comprender el pensamiento argentino, sus ideologías, no puede desconocer estos parámetros, esta pluralidad cultural, como además que cada una de sus veintitrés provincias son Estados distintos, como veintitrés Estados confederados en una República, pero cada uno particularísimo, con sociedades distintas que los habitan y que tuvieron y tienen también procesos históricos, tensiones y conflictos propios, a pesar de estar estos procesos cada vez más conectados con el devenir nacional. Es dable aclarar que hasta hace muy poco y aún en nuestros días del siglo XXI nos han contado la historia mentirosa, no nos contaron que América fue descubierta varias veces, y que Cristóbal Colón no fue en primero en llegar, ni tampoco que fue una mentira que la reina Isabel empeñó sus joyas para financiar el viaje, ni trajo Colón en sus naves delincuentes arrancados de las prisiones, para mencionar solo algunas de las tantas historias fabuladas con que hasta hoy nos mienten a los argentinos y al mundo. América, especialmente desde la llegada de los europeos, siempre fue tierra fértil donde brotaron rebeliones desde hace casi quinientos años hasta hoy, a pesar de la juventud de este continente, o tal vez en razón de su juventud. Y Argentina está en América.

Para comprender la complejidad del pensamiento nacional argentino de antes y de ahora también hay que recordar que durante el proceso de la llamada revolución de mayo de 1810 la estructura social no era homogénea ni mucho menos y los intereses eran dispares. En una ciudad como Buenos Aires con 50.000 habitantes, el 30% eran esclavos, había además indios, gauchos, criollos, peninsulares (Españoles) y extranjeros; que actuaban conforme a sus intereses pues mientras unos eran hacendados, propietarios o medieros, otros eran contrabandistas, soldados ( y eran muchos) , agricultores, arribeños (procedentes de provincias del norte), tenderos y otros de oficios varios. Cuando las noticias de la independencia norteamericana y de la invasión napoleónica llegaron a nuestras tierras se propagaban la ideología preponderante del “iluminismo francés”, se acentuaron las divisiones, los criollos que querían gobierno propio, los peninsulares mantener el dominio español, los que querían comerciar con Inglaterra libremente y así la historia nos muestra el juego de intereses muchas veces mezclados. En la revolución de mayo de 1810 hubo desacuerdos, enfrentamientos y sublevaciones. Y en el juego de imponer los intereses sectarios o corporativos se impone quién cuenta con más poder, sea éste económico, coercitivo o de otra naturaleza. Por ejemplo si Cornelio Saavedra fue una figura preponderante durante las invasiones inglesas y la revolución de mayo en la que comenzó a estructurarse la Nación fue porque era el jefe del regimiento más importante: Los Patricios. Luego en las guerras por la independencia los militares adquirieron prestigio y más poder, asimismo los militares que combatían con las montoneras al centralismo porteño como el Gobernador de Santa Fe el Brigadier Estanislao López.

Si a esta maraña de intereses e ideas en juego le sumamos las migraciones de los siglos XIX y XX, la diversificación de las actividades de las sociedades y las nuevas ideologías que aparecieron,  más la revolución industrial y las guerras mundiales, notaremos que sin describir los procesos internos argentinos (por ejemplo los 42 años de guerras intestinas que precedieron a la firma de la Constitución Nacional, nunca respetada) y todo lo sucedido con los distintos gobiernos desde 1853 hasta 2012;  notaremos (reitero) la dificultad para hacer comprensible el polifacético e intrincado pensamiento nacional argentino. Las inmigraciones masivas en Argentina hicieron que en 1914 el 30% de la población argentina era europea y entre 1947 y 1954 llegaron los últimos europeos, y a partir de la segunda mitad del siglo XX los inmigrantes llegaron y llegan desde los países limítrofes. El ADN de esa bella mujer llamada Argentina no se desentraña de una mera suma de antecedentes históricos, en él se encuentra el factor rebelde, indómito de sus ancestros, de las culturas precolombinas, de los siete jefes (que no fueron siete sino doce), de los héroes que rechazaron las invasiones inglesas, de los granaderos de San Martín, de los caudillos federales, del indio, de los anarquistas, de la revolución del parque, de los trabajadores de Perón, de los cabecitas negras de Evita, de los que combatieron en ambos bandos en los años 60 y 70 leales e insurgentes, equivocados o no,   de los mártires que quedaron en Malvinas y de los excombatientes que volvieron. Y llegó la democracia en 1983 y sobrevino el acontecimiento descabellado y televisado en directo desde el regimiento de La Tablada y los levantamientos carapintadas y el fatídico 2001. Y la segunda década infame… desde 2003 hasta 2012. Pero Argentina, la argentinidad, su modo de ser, el pensamiento nacional de la mujer bella, sus ideales de libertad personal y nacional, tiene en su médula, no las huestes heterogéneas que poblaban las ciudades, que vinieron a complementarla a complicarla con enfrentamientos de facciones “copistas”, sino la sangre y la lucha del gaucho. Y no fue el gaucho la mentira que hasta hoy nos enseñan. Era el gaucho un ser humano superior al pueblero, era el gaucho cortés, educado, modesto, de pocas palabras, sobrio y además bravo. Si la Argentina tiene un estrato último ideológico subyacente libertario y bravo es heredado del gaucho o del pensamiento de aquella parte del pueblo argentino que por entonces habitaba en el campo: el campesino, también llamado gaucho.

Pero a la luz de los últimos acontecimientos, quienes creíamos que la siempre bella Argentina ahora moderna y globalizada, imbuida de un pragmatismo individualista,  egoísta, cuya razón opera por la conveniencia, eficaz evasora de las dificultades, adoradora del poder adquisitivo, materialista y desinteresada social en su ideología del siglo XXI, había extraviado en el túnel del tiempo su dignidad y su capacidad de rebelarse, nos equivocamos. No olvidamos que el comportamiento humano es impredecible y que entre los humanos, los más humanos son las mujeres. Aquí hubo un pueblo engañado por maestros que le dijeron quienes eran los inocentes y quienes los malvados, que ocultaron de que desde las entrañas de la podredumbre crece la flor. Y hubo un aprendizaje social con el solo liderazgo unificado del hartazgo de  la historia mentirosa de los intelectuales alquilados e ignorantes y los innumerables atropellos de una facción gobernante de un pueblo cansado y decepcionado. Pretendieron impostar una cultura estatal desde las universidades, colegios y escuelas. Desde la administración pública, la judicatura, las fuerzas armadas, la iglesia, los medios de comunicación social y desde los partidos políticos o lo que queda de ellos, quisieron domesticar con un embrutecimiento sistemático, en lugar de proponer “libros para todos” propusieron “fútbol para todos” y lo peor de todo confundieron justicia social con mafias. Es fácil advertir que ese ciclo de vergüenza que bien puede denominarse la segunda “década infame”, que no consulta ni respeta las reglas, este absolutismo… ahora agoniza.  Los legítimos reclamos populares no cesarán por lo menos en los próximos tres meses que faltan para que termine el año. En la saga de las divisiones que a lo largo de la historia se han producido entre los argentinos, ésta nueva, entre adictos al régimen y opositores que ya cuentan con la mayoría ciudadana, es de esperar que los conflictos desatados por el autoritarismo diletante, se resuelvan de manera pacífica, aunque esta expresión de deseos camine con muletas. La bella Nación Argentina evidentemente “no compró” como se estila decir ahora, la historia y la democracia falseada que le quiso “vender” una asociación corrupta de advenedizos con guerrilleros de escritorio, que en un trueque repugnante negociaron la sangre derramada por sus mártires. Ha emergido una nueva interpretación de los hechos. La respuestas habrán de encontrarse, cuando las condiciones están dadas aparecen emergentes y luego dirigentes, para reconstruir el Estado democrático, excepto quienes se aferran al poder y a sus intereses económicos mezquinos, el pensamiento nacional argentino ya sabe lo que no quiere más. La reivindicación cívica ha llegado; luego se definirán las formas y las rectificaciones necesarias para que la bella mujer rebelde recupere su mejor atributo: su condición de República, hasta  hoy secuestrada.

                                                                                     Eduardo Ramos Campagnolo

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